Y hace una reflexión que me vino anoche a la mente y que se puede aplicar al nazismo pero también a cualquier terrorismo hediondo, fallido y nihilista, de los que nos parten el corazón (a diario, si uno vive en un país en conflicto, o cada año, si uno vive en Europa).
"Para los europeos y americanos, hay un orden - un solo orden - posible: el que antes llevó el nombre de Roma y que ahora es la cultura de Occidente. Ser nazi (jugar a la barbaria enégica, jugar a ser un viking, un tártaro, un conquistador del siglo XVI, un gaucho, un piel roja) es, a la larga, una imposibilidad mental y moral. El nazismo adolece de irrealidad, como los infiernos de Erígena. Es inhabitable; los hombres sólo pueden morir por él, mentir por él, matar y ensangrentar por él. Nadie, en la soledad central de su yo, puede anhelar que triunfe. Arriesgo esta conjetura: Hitler quiere ser derrotado. Hitler, de un modo ciego, colabora con los inevitables ejércitos que lo aniquilarán, como los buitres de metal y el dragón (que no debieron de ignorar que eran monstruos) colaboraban, misteriosamente, con Hércules".
¡Vive la France!