Creo que os conté que no vamos a profundizar en ninguna de las propuestas. Para eso ya están los politólogos en sus manicomios, aunque no les dejen tener plumas ni bolis (pueden hacerse daño), seguro que les dan unas láminas y plastidecores con los que trazar las profundas reflexiones que se derivan de estos posts de ideas en bruto.
No voy a ser muy original Ya tendremos tiempo para eso.
En algún sitio he visto comentada esta sencilla propuesta. Si la gente hoy en día vota más en contra que a favor, ¿por qué no llevar el voto-mala-leche a sus últimas consecuencias?
Imaginad que hubiera 2 tipos de papeletas. Bueno, ya hay dos tipos de papeletas. Imaginemos cuatro.
Vas a votar al congreso y tienes la tradicional papeleta blanca con las letras negras y una papeleta negra con las letras blancas.
El voto blancuzco suma 1.
El voto negruzo resta 1.
Con el senado tendríamos la papeleta sepia, que suma 1, y la papeleta calamar en su tinta, que restaría 1.
(Cefalópodos para recordar que hay que votar con cabeza)
Y oye, que sea lo que Dios quiera.
Con la cifra de votos resultante (si queda algún partido en positivo) se hace la cosa de d'Hont y ya está. Se acabó la hipocresía y apoyar a imbéciles que no se lo merecen y nos van a arruinar para evitar que lleguen al poder imbéciles que no se lo merecen y nos van a arruinar, pero que nos caen peor.
Quiero creer que este sistema se usa en algún lugar, o en alguna comunidad de vecinos. Me parece más cercano al alma verdadera del primate. Nos quedaríamos mucho más aliviados tras ejercer el voto.
Ya sabéis que yo de política ni fu ni fa. Pero de lo que sé, sé.