La santidad, dicen, libera su demonio leviatán sin dejarse lacerar, sabe dominar lo superficial, doloroso, lascivo, sucio, de la sensualidad desbordada. Locos se despiertan lúcidos; sabios desprecian los sabores del lujo; soles derriten lunas sin descansar los sábados, domingos, lunes... Siglo de logros, sanatorio donde los surtidos de La Sopa Droga logran sin dificultad la sencilla demencia.
Luminosa sordera diletante, lente siniestra desenfocada, libro sin disquetera, laico sanjacobo de la silueta divina. Londres, Seattle, Damasco. Luces, sombras, descuentos. Lucifer, Satanás, Diablo.
Los simios desaparecen lentamente. Suciamente dejan linimento sobre Dios, le suelen dar lo suyo.
Dora la succionadora deja listos sables, diamantes, lagrimales, subconscientes.
Duplica los segundos, dispara la serpentina, desencadena la siguiente debacle.