Aniceto tiene un mal presentimiento. Circunspecto, decide no compartirlo con nadie. También tiene un lunar en la nalga izquierda y tampoco va compartiéndolo por allí (al menos cuando está sobrio).
Su racionalidad se vio resquebrajada el día del aterrizaje extraterrestre y ahora, sin venir a cuento, ha pensado en fantasmas, vampiros, hombres lobo, en todas esas convenciones del cine de terror que antes consideraba ridículas.
Quiere marcharse, pero va a adentrarse de nuevo en el caserón junto a su compañera.
- Ve entrando tú que yo voy en seguida - dice y se aleja unos metros. Enciende la grabadora.
(Linda)
"Mujer.. muy mujer... mestiza, 42 años, 5 pies y pico de altura... 2 pies de apoyo, 2 senos turgentes, posiblemente asiliconados... mirada inteligente, severa, como una maestra de Ohio con la mano demasiado suelta, que te da una bofetada si te confundes al cantar la tabla de multiplicar y... y te acabas equivocando a posta... muy muy mujer... sí, Linda, ya voy, estaba apuntando una idea que me ha venido de pronto..."
La enorme puerta chirría, cruje y repasa un librería entera de tétricos efectos sonoros. En seguida comprenden que esta vez tampoco van a terminar de acostumbrarse a la visión y al olor del horror.
No conocen los nombres de las víctimas. Todavía no han sido identificados. Pronto las pesquisas determinarán que esos cinco cadáveres corresponden a Michael Andrew Jacobs, Helen McFadden, Reginald Rice, Paul Gore y Brenda Shilling. Eran cinco jóvenes llenos de ilusiones y ahora son sólo un teaser promocional del más atroz sufrimiento.
Buscan en los bolsillos, en la ropa...
- ¡Dios! ¡no! - se sobresalta Aniceto frente a Paul, el chico negro troceado.
- ¿Qué ocurre? - acude rápidamente su compañera.
- Mira, los zapatos, los lleva puestos al revés.
- ¿Y qué quiere decir eso?
- Nada, que me da mucho yuyu.
Alguno de los chicos llevaba bastante dinero en sus carteras. Por si quedaba alguna duda, el robo no había sido el móvil de esa carnicería.
- ¡Dios! ¡no! - grita él de nuevo.
- ¿Qué has visto ahora?
- Se ha movido - dice y señala con su linterna.
- Está atravesado por un perchero, Zetto, cuando caminas por aquí cruje el suelo y se tambalea, ¿ves? - Linda hace la demostración.
- Ah... claro... ¡anda!, mira esto - lee una inscripción en un reloj deportivo de color negro - Chapman University.
- Chapman... eso está en Orange, a menos de 20 millas de aquí - añade la jefa.
El chico asfixiado que adorna la pared del comedor lleva un manojo de llaves en el bolsillo.
- Mira el llavero - la agente llama la atención de su auxiliar.
- Chapman University - refrenda Aniceto. - Está claro que se conocían.
Es imposible recrear de forma fidedigna la persecución, la batalla campal que había ocurrido entre aquellas paredes. Un peritaje objetivo (al que se le ocultaran los cadáveres y la sangre) resolvería rápido: siniestro por huracán.
Cada mueble resquebrajado, cada objeto en el suelo, es una pista concreta. Pero si todo es una pista significa que nada lo es. No tienen vidas suficientes para analizar cada uno de los detalles. Han de centrarse en los trazos gruesos. Esa mochila de estudiante con el bordado de la Chapman University tiene toda la pinta de contener información relevante.
- Lleva los zapatos al revés - Linda enfoca su linterna y comprueba cómo el patrón de los zapatos se repite en la chica del hacha en la cabeza.
Aniceto echa un vistazo al contenido de la mochila. Toma un bolígrafo pilot negro e, inconscientemente, lo guarda en el bolsillo de su pantalón. Robar bolis caros es algo natural en su carácter, una de sus principales taras de fábrica. Hojea un cuaderno de tapas verdes con atención.
- ¡Dios! ¡no! - se asusta.
- ¿Qué? ¿qué es lo que dice? - Linda se acerca corriendo.
- Un akelarre.
- ¿Cómo? No comprendo.
- Una invocación diabólica que se les fue de las manos, maldita sea, esta juventud... ¿dónde tienen la cabeza?, lee desde aquí... "deseo yacer en las sábanas de Satán"...
Linda toma el cuaderno entre sus manos y lo observa con mucha atención.
- No. Aquí dice "en las sábanas de satén".
- ¿Eh?
- "Satén", mira.
- Ah, bien, menos mal. - Aniceto, avergonzado, siente de pronto mucha prisa por retomar la investigación. Se guarda ese cuaderno para revisarlo más tarde.
Ya es casi medianoche. Los dos investigadores, agotados, se miran. Saben que tienen que tomar una decisión.
* Si quieres ir directamente a la Chapman University, vota CAMPUS
* Si quieres volver a casa y leer las notas de esa jovencita asesinada, vota DIARIO
* Si quieres quedarte a pasar la noche en el caserón mientras continúan los trabajos del equipo forense, vota ACAMPADA.
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