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Channel: Academia de Chimpancés (con peluca)
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El soporte

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Año 2014, entras a Spotify confiado, tranquilo. De repente Spotify te recibe con una sonrisa (falsa, casi seguro) y te dice: "Si te gusta Julio Iglesias te va a encantar Nicola Di Bari".
Pero... ¿EEH?... ¡La madre que te parió, Spotify! Un poco de discreción, que puede haber gente mirando, rediós.
¿De dónde te sacas que yo he escuchado a Julio Iglesias? Vale, sí, llevas un registro de mi cuenta de usuario. A ver, un día tonto lo tiene cualquiera. Y cómo te atreves a deducir que me va a gustar Nicola Di Bari... que sí, leches, que es buenísimo, pero ese no es el tema. La cosa es que uno no está acostumbrado a que le suelten estas realidades de golpe, a la cara. Uno necesita intimidad. No mucha, la justa. La que cabe en la guantera del coche.

Año 1984. Entras al vehículo y nadie inicia una conversación innecesaria. Sólo Kit del Coche Fantástico hablaba por aquella época. No existe el internet. Estás a salvo.
Te has comprado el disco "Jaliwei Jechupein" de David Bowie o de otro moderno demente. Lo tienes en casa, en vinilo. ¿Existía "The Final Countdown" de Europe hace 30 años? No lo recuerdo. Pero si existía también lo tienes en la estantería de tu madriguera. Y sin embargo abres la guantera del automóvil y no hay ni rastro de sofisticación porque ya no hace falta. La verdad descarnada aparece en ese compartimento estanco de la modernidad.

El "vídeos relacionados" de YouTube, el "artistas similares" de Spotify, todo estaba inventado en la gasolinera, en un maravilloso soporte físico, alarde de ingeniería (posiblemente germanoccidental)...




De Los Chunguitos al Fary. Del Fary a Manolo Escobar. Ni las recomendaciones en serie de las webs actuales llegan a este nivel de precisión.
De Neil Diamond a Perlita de Huelva. ¡Alehop!
Dice la leyenda que ese sencillo armatoste de metal ordenaba las cintas por sí solo.
Dice la leyenda que por eso ganamos la Guerra Fría.

Abres la guantera del coche y allí está tu cassette de Marfil. Están Los Chichos. Si Saulo cayó de su caballo camino de Damasco y vio la luz, a ti te pasó algo parecido camino de Salou, cuando una fuerza superior te llevó a comprar esa cinta de Camarón (de una de esas cintas, no recuerdo cuál, se vendieron 864 millones de unidades).

La carretera exigía sacrificios al dios del asfalto.
La Laguna Estigia de las comarcales patrias se recorría con un único tributo: una cassette de gasolinera a todo trapo. Un proceso de hipnosis colectiva que nos hizo crecer como imperio.
Sin eso no quedarían españoles en España.
Respeto máximo.


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